Del balón parado.

El estudio y previo ensayo no reciben atención, no al menos la suficiente siendo estos decisivos.
Tratándose de un deporte donde prima la ventura, donde el azar es capaz de tumbar cualquier talento, controlar y predecir aunque sea un mero instante puede suponer la brizna que decante la contienda.

Tan veloz es la refriega, tan incierto su futuro, que debemos aferrarnos a esa tregua sin dudar, dichas pausas nos permiten retomar la conducción exprimiendo todo el jugo que contiene la teoría. 
Desde el pase del portero dirigido hacia su nueve el cual sabe por costumbre donde debe prolongar, a un  saque de banda que da inicio a una emboscada sorprendiendo con la misma incluso al más perspicaz.
Lograr un acierto fiel, elevado porcentaje a través de estas acciones, no solo permite vencer en más ocasiones gracias a aumentar el gol, sino que además provoca un daño difícil de combatir, un miedo y mayor respeto del rival a tu estrategia, un cambio de sus esquemas para poderla enfrentar. Y es entonces y no antes, al predominar tu idea, cuando realmente has vencido dando igual el marcador, siendo este un gran reflejo del trabajo previo al juego fabricando a largo plazo un equipo ganador.

Como ejemplo cercano podemos citar al Atlético de Madrid del año 2013-2014, campeón de liga y equipo que efectivamente marcó más goles a balón parado, en concreto doce dardos. Cifra que siendo alta no refleja realmente el peligro que creaban, pues no cuentan los dianas anotadas tras rechaces ni recuerdan por supuesto los encajes de bolillos, aquellos planteamientos totalmente artificiales que intentaban detener su propuesta a toda costa sin lograr éxito alguno, siendo este el mejor tanto que uno podría lograr pues antes de comenzar ya se parte con ventaja.


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