Del árbitro y el balonmano

 Del árbitro y el balonmano.


Cuando en un partido de balonmano se da alguna acción violenta, no cabe ninguna duda que existe un mentor común cuyo poder siempre impera ante el de los jugadores. Como alumnos regañados, cabizbajos siempre asienten, acatando la sentencia del estricto profesor. De ese modo la justicia, nunca equidad en total, puede ser a largo plazo un retrato fidedigno.

Pero el fútbol, clase B, carece de disciplina, y es imagen homogénea, y por tanto precupante del aula contemporánea, donde el árbitro/maestro se halla totalmente expuesto ante un enjambre de idiotas imbuidos por el ego.

Una vez la marabunta ha cercado al colegiado, podemos asegurar que este es un lacayo más, si el cuadro que les rodea son viles Picas de Flandes no le queda más remedio que ante ellas capitular.

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