Del experto y el prodigio.

 Hace relativamente poco terminó la Champions League con el duelo PSG-Bayern, un suceso que es perfecto para expresar mi argumento. 

Llegados a la élite, en la cima del deporte conocido como fútbol, existen dos tipos de jugadores según su potencial, un primero que se eleva hasta límites ignotos siendo estrella indiscutible y centro de cuanto ocurre, y un segundo que, aún sin duda gozando de un talento formidable no alcanza a detentar tal poder y condición, siendo este un ingeniero, un perito o un experto, no alcanzando a formar parte de los astros y su estela.

El equipo parisino como podéis apreciar era un retrato perfecto de cualquier constelación, reuniendo cuantas estrellas su chequera le permite y apostando el devenir a su fina inspiración.                                Por otro lado están los bávaros, sin general aparente pero capaz igualmente de tomar cualquier bastión.

Ante esta tesitura, tan difícil elección ¿Qué prefieren los lectores, a los ángeles y arcángeles de milagros colosales que si bien son increíbles pueden desaparecer, o al compacto pretoriano que forma un grupo imbatible formado por arquitectos de notable proceder?

Un servidor por supuesto se inclina por lo segundo, un camino que asegura la abundancia a largo plazo. Por que si bien una estrella es capaz de lo mejor, los egos son un veneno que anulan cualquier proeza, sin contar con la sangría que al presupuesto suponen hoy en día nos exigen casi tomar el poder. Además y por supuesto que anteponen como norma el lucimiento personal al propio interés común, siendo clara adversidad para un juego equilibrado renunciando a cualquier lance que suponga su energía, reservando cada aliento para el regate o el gol que más pueda engrandecer su figura y su legado.

Al contrario el avezado siempre aporta sacrificio, compensando así de sobra un nivel algo menor. Su arrogancia se reduce al igual que su salario permitiendo así que el triunfo tenga un carácter longevo.     Al vencer estos maestros vence el club al mismo tiempo, no es victoria que suponga traspasar aún más poder a un tirano y sus esbirros, pudiendo alargar su ciclo con un nivel regular.

De Neymar y sus lacayos y el dinero que suponen, los días que injusto libran sin más miras que su ocio, el clima que así proyectan y el fracaso que consiguen pasamos a once mentores que derrotan sin piedad a cuanto rival se cruzan sin estrella que les guíe.



Comentarios

  1. Efectivamente. Recordemos al Valencia de Benítez que se ajusta bastante a lo expuesto

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