Del mediapunta

El mediapunta es una figura clave que puede tornarse lastre en apenas un instante, un zafiro quebradizo, la promesa del que duda. En los tiempos donde el juego se basa en fuerza implacable pierde todo el sentido, el lazarillo avispado que bajo el manto de las moles que la defensa componen siempre hallaba algún resquicio; aquel último detalle previo al tan famoso gol, apenas subsiste en unos pocos versados. 

Un talento tan preciso hoy es mero complemento, un adorno que embellece pero no protagoniza, del principal objetivo, que es derrotar en cansancio y valerse del veloz, un riesgo tan diminuto como hosco es su adjetivo. Apostar por arlequines carentes de tal poder, de tamaña resistencia, era antaño muy usual, el resto de combinado compensaba su escasez para así lograr su brillo. De este modo la luz que parecían proyectar no sufría embate alguno, manteniéndose en lo alto, en eterno mediodía, para el momento preciso.

Un sol debe reposar su fatiga con la luna, la noche de la que hablamos es tarea general, del resto de jugadores que, en acopio de su alma, deben procurarle alivio, un respiro agradecido que tiene su recompensa, pues al igual que uno levanta su cuerpo al amanecer, el público se alzará producto de su fulgor.

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