Uno o dos delanteros, furioso interrogante.

 Al igual que algunos reyes de la antigüedad han pasado a la historia como inmortales, presos de un hechizo ancestral que los mantuvo vivos milenios, este debate prosigue y pervive desde el comienzo del fútbol. En ocasiones una facción parece ganar fuerza, y arrincona a la otra, que como draco durmiente espera un cruento despertar; sucediéndose golpes y caídas sin un final transparente para un eterno combate.

De este modo nos hallamos entre dos mundos, en el primero, que corresponde al único punta, al centinela solitario, este debe obrar como vórtice y nexo; como paso previo a la conclusión o como el mismo punto que termina la frase. Sea pues quien remate o quien asista, su labor no será apoyada por nadie, y sufrirá una desventaja numérica que, si no sabe sortear, le condenará al ostracismo, sepultado entre defensas, repelido y maniatado.  Pero si logra superar esa traba y hacer de su minoría una ventaja, de la carestía poder, el resto de su equipo podrá hacer uso de la ventaja que se le niega, y apabullar al contrincante por puro número, pudiendo el mismo, en un repliegue inconexo, en un desliz momentáneo, ser el hombre que nadie recuerde y por tanto defienda, el ladrón que ante la vista de todos, a plena luz del día, se hizo con los diamantes.

Por otro lado, dotar a tu equipo de un dúo eficaz puede ser una buena idea. Dos compañeros que sepan de antemano el movimiento del otro y logren así poner en jaque al contrario sin más ayuda que su par. Una apuesta clásica que, a mi propio entender, resulta muy interesante si una mitad es grande, gallarda, capaz de soportar los embites y mantener el esférico; quedando la otra parte como ágil y veloz, como un gorrión que se abalanza sobre la red enemiga y que planea entre rivales como si estos fuesen nubes, lentas, blandas, innanes, pudiendo atravesarlas sin apenas esfuerzo. Cabe añadir como ventaja adicional, que el estado de forma de uno puede ser compensado por el otro en caso de sufrir un llamado "mal día", siendo más complejo lograr algo así en el primer caso.

Por supuesto, todo esto depende de la plantilla, del estilo y del entrenador, y tanto una opción como otra son igual de válidas, ahora díganme ¿Prefieren al soldado que guarda el puente sin más ayuda que su fuerza? ¿O a dos guerreros que luchan espalda con espalda ante una incesante jauría?


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